martes, 3 de junio de 2008

Phnom Penh

30-04-2008

Desayunamos en el restaurante del hotel y pagamos el tour de un día por la ciudad. Como no se había apuntado nadie más, teníamos que pagar por cuatro personas, es decir, cuarenta dólares. A las 8 nos esperaba la que iba a ser nuestra guía, y un coche con conductor.
Salimos hacia nuestro primer destino del día, los Killing Fields, a unos quince kilómetros del centro de la ciudad. Pagamos los dos dólares de la entrada (no estaban incluídas) y entramos. Se trata de uno de los campos de exterminio donde los secuaces de Pol Pot (los Jémeres Rojos) se dedicaban a cargarse a la población. Nuestra guía nos iba explicando lo que veíamos y lo que hacían en cada sitio. Vimos lo que habían sido fosas comunes y los lugares donde asesinaban al personal. Por lo visto las balas estaban muy caras, así que recurrían a la imaginación (principalmente golpes, asfixia con bolsas o agua y decapitaciones con hojas de palmera). Resulta bastante impactante.



Igual de impactante resultó la segunda visita del día. Fuimos a Tuol Sleng, que en su momento fue un colegio reconvertido por estos señores en prisión, donde hacían todo tipo de perrerías a los internos. Actualmente es un museo del genocidio camboyano. Allí se pueden ver las fotos que hacían a todos los internos y sus celdas. En algunos sitios quedan restos de sangre en el suelo. Hay una serie de pinturas que por lo visto son obra de un superviviente en las que se ven las atrocidades que se cometían tanto allí como en los Killing Fields.



La siguiente parada fue el mercado ruso. No es más que un mercado en el que por una parte se vende todo tipo de comida y cosas de uso diario, y por otra parte cosas más dedicadas a los turistas. Compramos tres camisetas por seis dólares y continuamos nuestro viaje.A las 12 del mediodía nos dejaron en el hotel para que descansáramos un poco y comiéramos, quedando en vernos en el mismo sitio dos horas después. Para comer, como la gastronomía camboyana no es muy variada, nos metimos a un chino, donde comimos muy bien. A las dos de la tarde nos estaban esperando nuestra guía y el conductor, así que continuamos el tour viendo el monumento a la victoria, el palacio real y el museo nacional, terminando a las cinco de la tarde. Volvimos a nuestro hotel y los conductores de tuk tuk que había en la puerta se nos abalanzaron ofreciéndonos ir a pegar tiros o ir a tomar algo a la zona del río. Le dijimos a uno que iríamos al río más tarde, y dijo que nos esperaba. Estuvo esperando cerca de hora y media, porque primero estuvimos descansando un poco en la habitación y después fuimos cerca de una hora a internet. Nos llevó en su tuk tuk a la zona del río (riverside), que no es más que una zona llena de bares y restaurantes.Nos sentamos en uno de los bares y pedimos unas cervezas. Comenzó a pasar gente vendiendo todo tipo de cosas, y compré una guía Lonely Planet de Camboya en el top manta de guías. Son guías fotocopiadas, pero en color y con muy buena calidad.


Después de esto, llegó el "freak show": gente exhibiendo sus miembros ausentes, deformes o amputados y pidiendo (exigiendo) que les dieras dinero. En algunos casos, las amputaciones o malformaciones eran demasiadas, y eran otras personas las que paseaban al infortunado. Lo mejor de todo es que se enfadaban cuando les decías que no les dabas nada.
Después de cenar, aparecieron unos holandeses que habíamos conocido en la excursión del Delta del Mekong. Nos contaron que iban a ir también a Siem Reap el día siguiente, pero iban en taxi. Habían comprado una estatua de Buda demasiado grande como para meterla en un autobús.Tras la cena volvimos en tuk tuk al hotel y nos acostamos.

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