01-05-2008
A las 7:30 salimos puntuales en autobús hacia Siem Reap. Cuando metimos nuestras mochilas en el maletero del bus, nos las etiquetaron y nos dieron los resguardos. Al menos resulta curioso que en un sitio tan caótico resulten tan ordenados. La mayoría de la gente eran camboyanos que llevaban cajas de cartón por equipaje.
El trayecto duró seis horas que incluyeron dos paradas de unos veinte minutos. En la segunda parada, cuando todavía quedaba hora y media para llegar a Siem Reap, nos abordó un personaje que decía que nos llevaba gratis a un hotel de Siem Reap. Evidentemente pasamos de él. En ambas paradas refrigeraban el motor echándole agua a mano.
Por el camino pudimos disfrutar de las carreteras camboyanas y de la forma de conducir asiática (pitando continuamente y adelantando por cualquier sitio, da igual que la línea sea continua, discontinua o inexistente, rectas, curvas o cambios de rasante). Nos encontramos con todo tipo de vehículos y cruzamos poblaciones por las que los animales campaban a sus anchas.
A las 13:30 llegamos puntualmente a Siem Reap y, mientras luchábamos para recuperar nuestras mochilas, luchamos también con las decenas de conductores de tuk tuk que nos asediaban para llevarnos a uno u otro hotel. Finalmente, ya con las mochilas en nuestro poder, nos dejamos llevar a buscar hotel por uno de ellos. El trato era que nos llevaría a varios hoteles hasta que nos gustara uno. El precio, un dólar. Después de dos hoteles en los que no tenían habitaciones triples con tres camas separadas, llegamos a uno que si, así que nos quedamos. El precio, 25 dólares por habitación. Dejamos las cosas en la habitación y hablamos con nuestro conductor para que nos llevara los dos días siguientes a los templos de Angkor. Nos propuso hacer el primer día un circuito por los templos centrales y el segundo ir a los lejanos. El precio, 45 dólares. Aceptamos y quedamos en que nos iría a buscar por la mañana.
Comimos en el restaurante del hotel y salimos a dar una vuelta. Como hacía demasiado calor y la ciudad no tiene gran cosa, decidimos volver al hotel y relajarnos en la piscina.
Al final de la tarde, salimos a tomar unas cervezas y cenar.
El trayecto duró seis horas que incluyeron dos paradas de unos veinte minutos. En la segunda parada, cuando todavía quedaba hora y media para llegar a Siem Reap, nos abordó un personaje que decía que nos llevaba gratis a un hotel de Siem Reap. Evidentemente pasamos de él. En ambas paradas refrigeraban el motor echándole agua a mano.
Por el camino pudimos disfrutar de las carreteras camboyanas y de la forma de conducir asiática (pitando continuamente y adelantando por cualquier sitio, da igual que la línea sea continua, discontinua o inexistente, rectas, curvas o cambios de rasante). Nos encontramos con todo tipo de vehículos y cruzamos poblaciones por las que los animales campaban a sus anchas.
A las 13:30 llegamos puntualmente a Siem Reap y, mientras luchábamos para recuperar nuestras mochilas, luchamos también con las decenas de conductores de tuk tuk que nos asediaban para llevarnos a uno u otro hotel. Finalmente, ya con las mochilas en nuestro poder, nos dejamos llevar a buscar hotel por uno de ellos. El trato era que nos llevaría a varios hoteles hasta que nos gustara uno. El precio, un dólar. Después de dos hoteles en los que no tenían habitaciones triples con tres camas separadas, llegamos a uno que si, así que nos quedamos. El precio, 25 dólares por habitación. Dejamos las cosas en la habitación y hablamos con nuestro conductor para que nos llevara los dos días siguientes a los templos de Angkor. Nos propuso hacer el primer día un circuito por los templos centrales y el segundo ir a los lejanos. El precio, 45 dólares. Aceptamos y quedamos en que nos iría a buscar por la mañana.
Comimos en el restaurante del hotel y salimos a dar una vuelta. Como hacía demasiado calor y la ciudad no tiene gran cosa, decidimos volver al hotel y relajarnos en la piscina.
Al final de la tarde, salimos a tomar unas cervezas y cenar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario