miércoles, 21 de mayo de 2008

Vuelos de ida

25/04/2008

Marce salía a las 18:25 hacia Frankfurt. Allí cogería otro vuelo de Lufthansa hacia Bangkok y después otro de la Thai hacia Saigon. Si todo salía bien, llegaría dos horas antes que nosotros, por lo que le nombramos responsable de conseguir dinero. Miguel y yo salíamos a las 22:20 hacia Doha, y la llegada a Saigon estaba prevista para las 19:05, después de una escala de 55 minutos en la capital de Qatar. Cuando compramos los billetes, escogimos los asientos de la primera fila de clase turista (fila 10), ya que tienes algo más de espacio para los pies, y no tienes a nadie delante. En el momento de facturar nos dieron la fila 24, alegando que la fila 10 era para gente con bebés. Evidentemente subimos al avión y la fila estaba llena de bebés demasiado grandes.

En el vuelo estuve un rato hablando con el compañero de mi izquierda. Era un topógrafo que se iba a trabajar y vivir a Doha.Llegamos puntuales (incluso un poco antes de tiempo a Doha), pero aquello era un gran caos. Tardamos un rato en salir del avión y subir al autobús que nos llevaría a la terminal. Una vez en el autobús, estuvimos un rato parados porque había un atasco formado por varios tipos de vehículos moviéndose por donde les daba la gana. Tras bajar del autobús, había que pasar un control de seguridad. Eso sí que era un caos. Muchas cintas para separar la cola, unas cuantas personas vigilando, y demasiados pasajeros colándose por debajo de las cintas (no hay que sorprenderse al ver estas cosas cuando se sale de la civilización). Total, que nos dimos cuenta de que o hacíamos algo, o perdíamos el vuelo, ya que el nuestro era el primero que salía. Así que nos colamos en un par de puntos, pasamos el control y llegamos a la puerta de embarque cuando ya se estaba embarcando. De hecho, subimos al avión de los últimos.

Como curiosidad, en la pantalla del avion había una opcióm con la que podías saber hacia donde cae la Meca.



26/04/2008

En el segundo vuelo ya teníamos la fila 10, y fuimos bastante más cómodos. Llegamos puntuales a Ho Chi Minh City, pasamos el control de inmigración, nos sellaron los pasaportes, recogimos las mochilas y salimos a través de un control de seguridad. Allí nos estaba esperando Marce, que había hecho los deberes y había conseguido dinero.







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